El chocolate, ¡mi gran amigo! Siempre me apetece, unas veces más y otras más aún, jeje. Pero nunca le puedo decir que no.
No se si a vosotros os pasa que hay momentos que tenéis la necesidad de comer algo dulce. ¡A mi sí! y casi siempre es chocolate. Suelo evitar la tentación porque si empiezo una tableta no paro, si voy al bote de la crema de cacao, igual (que casi nunca la tengo porque si la hay no dura una semana) y si hago galletas no me consuelo con comer solo una. Mi intención es esa, pero la acabo y el placer de disfrutarla me pide más.
Así es que las galletas no duran nada, en cuanto salen del horno y endurecen, ya está la que escribe catándolas y cuando llega el otro comensal ya son más de una las que faltan. ¡Y al día siguiente desaparecen!
La receta la saqué del coleccionable de "Delicias al horno". Ya las hice varias veces, porque nos gustaron mucho y, como os conté antes, no duran nada.
INGREDIENTES:
- 125 gr. de harina con levadura incorporada
- 25 gr. de cacao en polvo
- 125 gr. de chocolate negro
- 100 gr. de pepitas de chocolate blanco
- 200 gr. de pepitas de chocolate con leche
- 100 gr. de mantequilla
- 175 gr. de azúcar moreno
- 2 huevos grandes
- 1 cucharadita de extracto de vainilla
PREPARACIÓN:
Precalentamos el horno a 180º.
Derretimos el chocolate negro y dejamos enfriar.
Batimos la mantequilla con el azúcar hasta que esté esponjosa. Añadimos los huevos uno a uno y la vainilla. Sin dejar de batir vertemos el chocolate derretido. Añadir las pepitas de choco blanco y con leche.
Incorporar la harina y el cacao en polvo tamizados.
Poner bolas grandes (si no las queréis megas, que lo de mega quedó un poco exagerado pero no lo es tanto, hacer las bolas más pequeñas) de masa en una bandeja bien espaciadas entre si y hornearlas unos 10-12 minutos.
Dejar que endurezcan un poco antes de pasarlas con cuidado a una rejilla para que terminen de enfriar, si es que aguantas la espera!